La historia política de Venezuela ha llevado a las nuevas generaciones a pensar, que la situación actual del país tiene salida a través de un ciclo de protestas que lleven al Presidente en curso a la renuncia o a un golpe de estado, que sería orquestado por una institución militar. Para su desilusión, ninguna de estos dos escenarios se va a hacer realidad; eso ya ha quedado claro desde el inicio de este nuevo episodio de revueltas que vive el país.
Los excesos a los que se ha visto sometida la ciudadanía, ha generado rechazos tanto de defensores del gobierno como de adversos al mismo. Acciones violentas solo han traído reacciones violentas, y hemos sido testigos de cómo los organismos de seguridad y las autoridades principales, han hecho la vista gorda e incluso propiciado el aumento de los niveles de agresión y violación de derechos a ciudadanos comunes y funcionarios públicos.
La prolongación del bloqueo de vías por medio de barricadas ha llegado a un nivel de absurdidad desorbitada, si bien en un principio fue entendible (mas no plausible), que se diera este tipo de defensa entre las comunidades, ante la ausencia de protección ciudadana por parte de organismos de seguridad, frente a los ataques de los grupos parapoliciales (mal llamados “colectivos” o “tupamaros”), no hay razones justificables para mantener este tipo de “protesta” que solo ha generado paralización del funcionamiento de la ciudad y afectado a la ciudadanía más que a las instituciones gubernamentales.
Se ha agredido a vecinos y empleados públicos, se ha destruido propiedad privada y se ha contaminado enormemente las vías de circulación pública, y nada de esto ha conseguido generar el tan aclamado “cambio” que todos esperan. Detenerse a pensar hasta qué punto es justificada una acción frente a una reacción, es necesario en estos momentos.
Como leí en un estado de Facebook, Mérida no es una ciudad de la que dependan otros Estados, ni mucho menos una ciudad productora. Mérida depende de la libre circulación de mercancías e insumos para su funcionamiento, y lo único que produce Mérida son profesionales, si las universidad y los institutos están paralizados (sin razones de pleno justificadas), ¡están matando la ciudad!
Ya no se trata de generar los cimientos de un estallido social porque esto solo ha esparcido anarquía y muertes. La protesta debe continuar en el vínculo familiar y en las propias comunidades, la protesta debe ser abrir espacio a debates y conversaciones argumentadas, dialogo respetuoso y moderado. Se trata de crear, de manera consciente, una imagen del país que a todos nos está afectado y del país que todos deseamos, sin seguir los lineamientos tradicionales ni a líderes fracasados. La "oposición al gobierno" no debe ser dentro del marco de la "Oposición" que por tradición se conoce (con esto me refiero a los partidos tradicionales MUD, PJ, VP,...), debe ser una POSICIÓN o POSTURA llámese contraria, antagónica, adversa al status quo o «estado del momento actual». Es necesario inspirarse en personajes como Julio Jiménez (Juliococo), que pueden ayudarnos a ver salidas mejor articuladas y que nos involucre a todos por igual, no viéndolos como nuevos mesías sino como modelos a seguir pues están utilizando herramientas efectivas (como un simple diálogo coloquial), que logran tocar el subconsciente de las personas y de esta manera, las hace reflexionar.
Está de moda no leer lo que no nos interesa, pero el que lo esté haciendo… me alegra.
No dejemos que continúe reinando el "si no estás conmigo, estás en contra".