Para Piaget, en la etapa sensorio motriz (0 a 24 meses) el niño está centrado en el yo, que cree dirigir las cosas aunque ignorándose a sí mismo como sujeto, lo que conocemos como egocentrismo, de esta forma el universo para el niño está constituido “sin objetos”. Durante esta etapa se observa un esfuerzo por tratar de entender situaciones, conduciendo así, a la construcción de esquemas de acción. (1) Luego, el sujeto llegará a una etapa en la que él mismo se situará de forma independiente con respecto a la acción realizada (Piaget, 1977: 320).
Ahora bien, el abandono del egocentrismo lleva al niño a un mundo en el cual los objetos que le rodean son independientes a él, y además, donde se concibe como parte de un todo, en el cual está sometido a las mismas leyes que los demás objetos. Así, el universo se hace exterior a él.
En esta evolución intervienen dos procesos comúnmente conocidos en los estudios de Piaget, la asimilación y la acomodación, entendiéndose como asimilación a “la utilización del medio externo por el sujeto con el fin de alimentar sus esquemas hereditarios o adquiridos.” (Piaget, 1977: 321). La acomodación corresponde a la modificación de los esquemas previamente adquiridos para entender o dar sentido a una información nueva. Ahora bien, debido a la naturaleza antagónica de ambos procesos, el papel de la inteligencia consiste en coordinarlos entre sí, esta coordinación establece un ciclo de dependencia mutua donde la acomodación permite la adquisición de nuevos conocimientos y la asimilación, permite la conservación de los mismos. Esta dinámica reduce la distancia entre los esquemas conocidos y los esquemas por conocer, de modo que incentiva al sujeto a la investigación. Piaget señala: “La inteligencia no comienza, así, ni por el conocimiento del yo ni por el de las cosas, en cuanto tales, sino por el de su interacción” (Piaget, 1977: 324).
El progreso que implica el funcionamiento de los procesos de asimilación y acomodación, deviene en el desarrollo de categorías reales o nociones de objeto, espacio, causalidad y tiempo. De modo que, del egocentrismo, se desenvuelve paulatinamente la objetividad.
Es así como surge el lenguaje y el pensamiento, y se organizan los esquemas conocidos permitiendo el desarrollo de conceptos racionales, esto constituye las funciones simbólica y semiótica lo que posibilita la representación de objetos o acontecimientos no perceptibles en el momento, por medio de símbolos o signos. Piaget señala que en esta etapa ocurre una evolución estructural gracias a la socialización del pensamiento, el sujeto entonces llega a ser capaz de comprobación y de búsqueda de la verdad.
Notas:
1. Constituye la noción de causalidad, es decir, al realizar una acción deviene una consecuencia.
Piaget, J. (1969). Psicología y pedagogía. Paris: Societé Nouvelle des Éditions Gonthier.
Piaget, J. (1970). Psicología y epistemología. Paris: Editions Denoël.
Piaget, J. (1977). La construcción de lo real en el niño. Neuchâtel: Delachaux & Niestlé.
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Escuela de Educación
Facultad de Humanidades y Educación
Universidad de los Andes
Mérida, noviembre de 2015
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