A propósito de Alirio Pérez Lo Presti y su artículo "El valor pedagógico de la palabra".
Los últimos 5 años la política en Venezuela se ha sentido como en una montaña rusa, sobre todo luego de la inesperada muerte del ex-presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Su legado consistió en la demagogia, el populismo y el revanchismo, con ello, la dicotomía tradicional de los debates políticos protagonizada por la derecha vs la izquierda, llegó a su máximo esplendor en las conversaciones cotidianas, que podían escucharse tanto en espacios académicos como en la propia calle.
Sin embargo, en muchas ocasiones se nota como estas conversaciones suelen estar pobremente argumentadas, y por lo general consisten en la repetición de un guion basado en discursos que los líderes políticos presentan ante los medios de comunicación. Esto no es necesariamente nuevo, pero desde hace 8 o 10 años los medios han evolucionado de tal manera, que el acceso a la información solo requiere un dispositivo con conexión a Internet, información que llega de manera instantánea, en la mayoría de las ocasiones sin ser monitoreada o sin pasar por un filtro, con lo cual su interpretación termina siendo responsabilidad del propio receptor.
En el caso del ex-presidente, el éxito de su discurso se debía principalmente a sus innumerables y extensivas cadenas nacionales, en las cuales manifestaba su propia interpretación de la justicia social y el pseudo-proyecto del “Socialismo del Siglo XXI” que nos volvería “hombres nuevos”. Cabe destacar que diversos militantes de izquierda se manifestaron desde tempranas fechas en contra de la tergiversación de aquella propuesta teórica que les legó el famoso alemán.
Pero entonces, nos dimos cuenta tarde que el ex-presidente conocía muy bien la frase de Goebbels que dice “¡Una mentira repetida mil veces termina creyéndose como verdad!” y si la causa de los problemas socio-económicos del país “era culpa del imperio y las políticas neo-liberales de la IV República”, aún vemos como se conservan vestigios de esta realidad discursiva. En mi parecer, el éxito de la oposición en recientes acontecimientos no se ha debido a una verdadera aceptación o apoyo a un proyecto político alternativo, sino a la pérdida de credibilidad de la actual administración por sus pésimas políticas socio-económicas y el aberrante manejo de los recursos de la nación, aquello que le dio fuerza a ese “gobierno incapaz” que comentaba Fernando Mires en su artículo “Acerca del uso correcto de las palabras en la política” (Prodavinci, 2015). Probablemente nos cueste mucho lograr recuperar un escenario político “sano” para la nación, pero no por ello debamos de dejar de intentarlo.